jueves, 23 de abril de 2009

Judea.

María: ¡Oh, padre! Por favor, no me obligues a ir a ese terrible lugar, donde tantos habitantes hay, que no se puede ni respirar aire puro. ¡Padre, te lo ruego! ¡Haré lo que sea por ti en tu juventud y en tu tercera y cuarta edad, pero, por favor, no me obligues!

Ignacio: Hija, no os pregunté si queréis visitar a vuestra familia, sea materna o paterna. Vos sois la segunda hija, y vuestra opinión, por jerarquía, es menor a la mía, a la de vuestra madre y a la de Pandora. Ella es mayor, y vosotros sois solo una mocosa.

María: ¡Padre! Lo sé, vos tenéis la razón, pero el amor para mí lo es todo. No sabes cuánto lo amo, ¡Oh padre! Es un hombre de verdad, y me ha propuesto matrimonio, pero nunca sé si algún día en toda mi vida lo veré de nuevo. ¡Padre, por favor! Os lo ruego, misericordia de esta pequeña vuestra, pues aunque de cinco sea la familia, algún día será de más…Sólo si no dejas de pasar esta oportunidad. ¿No queréis conocer a mi futuro esposo? Os lo ruego, ¡Dime que sí!

Ignacio: Chiquilla, dicho esta, lo más que podéis hacer es rezar una coronilla, como diario lo hace tu madre, y es por eso que le va tan bien. Niña, ¡Los herejes no van al cielo! ¡Mueren sin ser recordados, y al estar lejos vos de nosotros, os volverás una cristiana pasiva!

María: ¡Pero, padre! Yo amo a Dios, pero la diferencia es que yo lo llamo Yavéh, para mí, el Sabbat es el día de mi Dios, y para vos el domingo. Vos prendéis cuarto velas alrededor de una corona, y yo prendo siete en mi candelabro. Yo no como puerco, y vos no coméis hombres. La ley de Dios, para todos, es la misma.

Ignacio: No insistas más, no dejaré que os caséis con ese judío. Avram, no es como vuestra madre y yo, ni como vos. Eres noble por sangre, porque de Jesús vienes y no de el padre que tenía muchos hijos, como las estrellas multiplicadas del cielo.

Cecilia: Hija, os he dicho que no menciones ningún rito vuestro judío, pues hasta que seas mayor, decidirás quien eres y en qué os conviertes, y hoy por hoy, católica hasta el resto de vuestros días, pues el bautizo hecho está. No lograrás la excomunión, pues vuestra sangre ortodoxa es, y nunca más volverás a ver a Isaac.

María: Pero, madre… ¡Vos me dijisteis que entre amores y amores, un judío llegó a vuestra vida, como amigo de vuestro hermano, pero su alma tocó el corazón de la persona que fuisteis, que eres y que serás!…Lo sé yo, lo sabe mi padre, y lo sabe él, que judía fuisteis mientras enamorada estabas y de corazón nunca olvidarás lo que fuisteis.

Entra Pandora.

Pandora: ¡Ha llegado! La abogada del Diablo, para que a la pequeña Judea sangre inmaculada, no vea a su amor, pues entre más infeliz es alguien, más poderosa yo me he de volver, y entre más lágrimas derrame un humano que ama a Dios, cuando no es por él, si no por falta de amor, yo me vuelvo más fuerte, y nadie merece ser feliz en esta vida, si no yo. Si vosotros tenéis un defecto, que yo os eche en cara, vuestra alma más seca y la mía más mugrienta. María, niña estúpida... ¿A caso creíste que alguien podría llegar a enamorarse de vos? ¡Pues no! Ni vuestra familia ni algún humano podrán quererte en la vida. Muere, pero ojalá que sea de tristeza y nunca de felicidad, pues los hombres son lujuriosos, y no les importa la vida de vuestro ser…

María: Al infierno te irás, Pandora, contigo y con la caja que males ha causado, pues el hombre reniega de la vida y del trabajo por vuestra culpa, y de nadie más. Y deja vuestras entrañas podridas como vuestro corazón, pues aunque amor de Guillermo recibas, nunca serás feliz, y nunca tendrás vida propia, pues vuestro sustento viene de la tierra que trabaja el hombre, y tu amargura viene de la felicidad de Roma. Si prefiero estar sola 40 noches y 40 días a estar cerca de vos. No aguanto vuestro putrefacto corazón, ni el mal que os ha hecho renegar de la vida tanto como para comprar a las personas con oro y plata.

Pandora: Púdrete, chiquilla. ¡Amargada ya estás, porque Isaac no os ama, os odia, y solo os busca por placer! ¡Nadie dijo que ser una belleza fuera ventajoso en el amor, y todo lo que os dice ese hombre, lo hace para jugar a ratos con vos! Piénsalo todo, y verás lo idiota que os veis junto a él, pues un reverendo estúpido es él, y se queda como idiota mirando vuestro físico, lleno de placer.

María: Hijo del mal, que engendrada por un bienaventurado, no sabes la vergüenza tan grande que ha de pasar vuestra ascendencia por el simple hecho de que hayas existido, y por la fatiga que vuestros padres se llevaron al educar a semejante lujuriosa, llena de rencor, que el hombre a la que es virgen respeta hasta la muerte, y a la que no, la repudia por ser sucia e impura. Nunca la vuelve a amar, y por placer la vuelve a buscar, hasta que el sabor de la misma se ha acabado.

Pandora: ¡Chiquilla estúpida! ¿Cómo sabes que no era yo tu verdadera hermana? Yo os persigo, pero nunca has de caer en mis garras del mal. Un don, entendimiento, es el vuestro, y sabías que yo no era. ¡No es posible! Aléjate… ¡No os acercáis a mi ser! sé que traeos la cruz que San Benito creó para vos! Lejos, lejos, lejos… Aleja el agua, y me iré para no molestarte nunca.

María: Yo jamás confiaría en un demonio como vos, y sabes mi razón de no salir, y si vos queréis que salga, es porque algo malo pasar pero largo, largo, largo, hijo de Lucifer. Aunque vuestra imitación de los cumplidos de Pandora fueron buenos, jamás poseída por vos volverá a estar, hija del mal, que quien vuestro padre sea, no merece voltear a ver a Dios padre ni mencionar su nombre.

Ignacio: He reflexionado, y os puedes quedar con el amor de Isaac, pero solo porque buena hija eres, mereces igual que Pandora amar y ser igual amada por alguien. Mentira lo de la amistad, pues el amor forma la misma y no la amistad al amor. Si atracción hay, logrará ser una familia feliz y bondadosa como la nuestra.

Cecilia: Hija, hemos tratado de hacer una mujer de bien, y al saber vos que mentir es malo, no es malo mentir por amor. Siempre triunfa sobre los hombres, y no llores más mi pequeña, que por vos y por los futuros enamorados, nos quedamos. Pero no llores más.

María: Es Pandora. Poseída estaba, y ahora que le hablé al demonio que la controlaba, ha cambiado, madre, ha cambiado. Espero buena sea de nuevo, pero me preocupa que Guillermo se haya enamorado del demonio que tenía su cuerpo y nunca más la quiera. ¡Oh, madre! ¡Sólo soy feliz si mi prójimo es feliz! Vida divina, ¿Por qué Pandora estuvo poseída? ¿Por qué el demonio quiso entrar a ella? Ayúdame, Yavéh, mío, ten misericordia de vuestro cordero, y de la descendencia de Avram, por el dios de dioses, y por todos los que creemos en vos, ¡Oh, Yavéh! No me dejes sin amor, no me dejes romper tus mandamientos… ¡Por el camino del bien siempre quiero ir! ¡No me abandones, no abandones al amor!

Después de imaginar un largo rato…

María: ¡Ojalá me atreviera a decirles a mis padres todo lo que he imaginado, pues no me atrevo! ¡Sé que no es una tarea, lo sé, oh grande Yavéh! Sabes que sólo lo hago por amor… Sabes que no es real, pero que vos sois amor… Ayúdame Yavéh…sólo por amor.

4 comentarios: